El “Día Internacional de la Mujer”, que tiene su origen en un hecho trágico del 8 de marzo de 1908, lo volvemos a recibir en el 2022 en medio de una pandemia sanitaria que ha generado estragos en las economías y sociedades del mundo, y, que al mismo tiempo, nos ha visibilizado las desigualdades estructurales en el desarrollo de todos los ámbitos de nuestras vidas.
En este particular tiempo de crisis, las mujeres han estado en primera línea dentro y fuera del hogar. En el ámbito privado, más del triple de las horas de trabajo de cuidado no remunerado ya recaían sobre sus espaldas, la pandemia las aumentó; y, en el ámbito social, su rol ha sido fundamental para atender los comedores populares, las ollas comunes, la autoorganización vecinal, la promoción de la salud en los vecindarios, aun cuando los recursos personales y la capacidad institucional han sido limitados y los derechos reconocidos también se han visto amenazados. A pesar de esta labor de las mujeres, se desarticularon los sistemas sociales, los de protección y las llamadas de auxilio, las denuncias por violencia y el abuso sexual aumentaron. Las mujeres quedaron a merced de la violencia doméstica en condiciones de mayor vulnerabilidad, produciéndose un repunte de feminicidios como la expresión más cruenta contra ellas.
En esa misma línea, en términos de empleo, es innegable que en todo el mundo han sido las mujeres las más afectadas por los despidos y la reducción de salarios antes y durante la pandemia, recrudeciendo los desequilibrios y las consecuencias negativas. De hecho, América tuvo la mayor caída regional en el empleo de mujeres debido a la pandemia. Según datos de la OIT se espera que, durante el año 2022, el empleo de los hombres se recupere a los niveles del año 2019 (68,6% de los hombres en edad de trabajar con empleo), mientras que el empleo de las mujeres en edad de trabajar solo se recupere el 43,2%. En tal caso, la situación de las mujeres en la región sigue siendo sombría. Por eso, urge enderezar los caminos, rectificar esas desigualdades históricas, romper con el silencio y construir un mundo más humano. Es importante luchar contra otras pandemias que siguen matando mujeres, para que dejen de vivir en el espacio más precario.
En medio de estas diferencias que se hacen cada vez más profundas y que intentan quebrar la vida, la pregunta que puede marcar la pauta solidaria y sororal es ¿dónde está tu hermano? (Gn 4, 9), o dicho de otra forma diremos: ¿dónde está tu hermana? Porque si la voz de la sangre del hermano (hermana) clama a Dios desde la tierra, habrá que hacer el intento de, teniendo oídos, oír el grito que se expresa frente a la violencia contra las mujeres, niñas y niños que mueren ante las injusticias.
Así, desde el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, estamos llamadas y llamados a hacernos presentes en la historia todos los días. Como dice el Papa Francisco, tenemos la impronta de “no balconear la vida, meternos en ella, como hizo Jesús”. Dar testimonio de la Buena Noticia es también construir esperanza y hacer retroceder la violencia y la injusticia. Por ello, la conmemoración de este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, la hacemos aproximándonos a nuestras hermanas, con el amor y la vocación de seguir cuidando los hilos de vida, aunque eso implique soltar comodidades y costumbres.
Mensaje escrito por el MTC – Perú
ORACIÓN POR EL DÍA DE LA MUJER – 8 DE MARZO
DIOS DEL AMOR,
sabemos que hombre y Mujer nos creaste
seamos Hombre o Mujer, nos amaste,
¡desde el principio de la creación!
DIOS DEL RESPETO,
sabemos que desde el principio de los tiempos
nos respetas a todos y cada uno de nosotros
¡con nuestras diferencias y nuestras complementariedades!
DIOS DE LA JUSTICIA,
sabemos que tu Hijo Jesús supo escuchar
mujeres rechazadas, heridas, explotadas, no amadas.
¡Y sabemos que al hacerlo asombró, hasta escandalizó!
DIOS DE LA VIDA
Danos el valor de seguir los pasos de tu Hijo.
Danos la fuerza para mostrar respeto por toda vida.
Y en todas las ocasiones
Te lo pedimos DIOS: nuestro PADRE y Nuestra MADRE
¡por los siglos de los siglos! Amén.
Oración de Bernard ROBERT
Consiliario del MMTC